En cuanto le comunicaron la muerte de su abuelo, Roslyn supo que debía volver a Sydney, aunque eso supusiera tener que enfrentarse con las personas que la habían herido en el pasado y la habían obligado a abandonar su hogar, su familia y el único hombre al que podría amar: Marsh.
La joven decidió que se quedaría en Australia sólo el tiempo necesario para asistir al funeral, pero Marsh tenía una idea muy distinta, pretendía que Roslyn se quedara algunos días más, los necesarios para celebrar una boda y compartir con él el resto de su vida...
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