Cuando
su marido le puso la alianza, Marina pensó que sus sueños se habían
hecho realidad. Pero su matrimonio no fue el cuento de hadas que había
imaginado y, al final, se marchó con el corazón roto.
Dos
años después, Pietro D'Inzeo ya no poblaba los sueños de Marina. Ella
sabía que había llegado el momento de seguir con su vida. Había tomado
esa decisión y, aunque él la había emplazado a visitarlo en Sicilia,
nada haría que cambiara de idea. Su marido quería que volviera.
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