Al
ver las atractivas pero implacables facciones del magnate italiano
Ricardo Emiliani, Lucy supo que había cometido un error volviendo a la
palaciega mansión del lago Garda.
Pero haría cualquier cosa por su hijo, incluso volver con el marido que no la había amado nunca.
Ricardo
estaba convencido de que su mujer era una buscavidas, pero el pequeño
Marco necesitaba una madre, de modo que mantendría a Lucy cautiva en su
isla privada hasta que demostrase que podía ser su esposa… en todos los
sentidos.
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