Desheredada,
pero profundamente enamorada, Emily Spenser huyó a la Península con su
apuesto y joven capitán. Seis años después, la viudedad la impulsó a
regresar a Inglaterra... y a arrojarse a los brazos de Evan Mansfield,
el irresistible conde de Cheverley. Evan le entregó su corazón... pero
nunca podría darle su apellido.
Profunda
y eterna, así era la pasión que Emily Spenser inspiraba en Evan
Mansfield. Aquella mujer era su destino, el amor de su vida, pese a no
pertenecer a la nobleza. Pero el honor, y una promesa a su mejor amigo,
exigían que se desposara con otra... y abandonara la única dicha que
había conocido.
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