En
muy poco tiempo, Meg no podría seguir negando la evidencia. Sin
embargo, estaba totalmente decidida a guardar su secreto mientras
visitaba a sus padres, en California, y terminaba de aceptar el hecho de
que iba a ser madre soltera.
Pero a Niccolo Dominici, un viejo amigo de la familia dedicado al negocio de los viñedos, no se le podía engañar fácilmente. Al más puro estilo italiano, insistió en que debía cuidar a Meg y del pequeño. Meg sabía que su matrimonio con aquel hombre moreno y guapo no sería solo de conveniencia...
Pero a Niccolo Dominici, un viejo amigo de la familia dedicado al negocio de los viñedos, no se le podía engañar fácilmente. Al más puro estilo italiano, insistió en que debía cuidar a Meg y del pequeño. Meg sabía que su matrimonio con aquel hombre moreno y guapo no sería solo de conveniencia...
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