El
poderoso empresario Clay Lincoln era el único que podía salvar el
negocio de relaciones públicas de Robyn. El trato era muy sencillo: él
se convertiría en el socio capitalista, pero no interferiría en la
marcha de la empresa. Robyn no tendría por qué trabajar con él... Eso
era ideal porque a Robyn todavía la atormentaba el apasionado beso que
habían compartido hacía muchos años... y después del cual Clay había
dejado de hablarle. Ahora era obvio que estaba impresionado al ver a la
sorprendente mujer en la que se había convertido... y empezaba a desear
que fuera su socia, ¡y no sólo en el terreno profesional!.
Helen Brooks - Un Socio Muy Especial
Publicado por Anónimo
A las 7:03
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