Julia Gracey tenía la firme convicción de que una mujer debía valerse por sí misma, por eso la enfurecía tanto que, cada vez que tenía un problema, el profesor Gerard van der Maes apareciera con la solución perfecta.
Parecía empeñado en echar por tierra la independencia de Julia y hacerla sucumbir a la atracción que sentía por él. El momento decisivo llegó cuando Julia se quedó sin casa; allí estaba Gerard para ofrecerle una solución: el matrimonio.
Parecía empeñado en echar por tierra la independencia de Julia y hacerla sucumbir a la atracción que sentía por él. El momento decisivo llegó cuando Julia se quedó sin casa; allí estaba Gerard para ofrecerle una solución: el matrimonio.
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